Se aproximaba el otoño

La tarde estaba ya en su crepúsculo,
el susurro del agua llegaba a mis oídos.
Era transparente, se deslizaba río abajo,
me acerqué al margen y conseguí tocarla.
En la lejanía se contemplaban árboles
de todas las variedades de colores;
me extasiaban, aceitunados, amarillentos;
sus hojas rodaban, se percibía el otoño.
El sendero me llevaba al raíz de la montaña:
qué belleza de vistas,piedras todas ellas agudas
¡cómo la naturaleza podía crear tal fastuosidad!
Verdaderamente allí sí que logré disfrutar.
El olor a tomillo y mejorana se impregnaba
a lo prolongado de todo el trayecto.
Los pájaros volaban presurosos a sus nidos,
al hacer su asistencia la oscuridad.
La luz se perdió para manifestarse en el alba.
Regresé de nuevo a aquel lugar para escuchar
el eco de mi voz retumbando en la serranía y
volví a vivir otra vez la misma emoción que sentí.