Corola y brisa de abril

Bastó el prístino destello de tu mirada,
la esmeralda que ahuyentar la silueta
gris que perturbando decora e inquieta
con tonos tristes el amor ya consumada.
Glauco de sus ojos se alzó triunfador
y perfumó con su incienso fragante,
marchitó a la rosa y clavel colgante.
A la tímida malva, desflora tu verdor.
Bastó una mirada verde para apagar
el aroma de las flores del rededor. Raíz fecunda de la recién nacida flor
pobló de vida mi invierno, al regar
con savia de corola y brisa de abril,
y entibia con su amor mi cuerpo febril.
Autor: Alcibíades Noceda Medina