Creiste haberme encantado,
con tus cantos de sirena;
pero oídos y ojos me he tapado,
fallaron tus encantos mi nena.
No volverás a torearme,
en lo que me resta de vida;
guarda la capa y el sable,
se terminó la corrida.
Huiré y rechazaré tu contacto,
como si sufrieras de lepra;
con mis sentimientos has jugado,
hoy, me fastidia tu presencia.
Llegaste de repente como la neblina,
cubriéndolo todo a su paso;
Pero igual que la neblina,
desapareciste, de igual manera.
Que equivocada estabas,
al creerte dueña de mi vida;
con nuestro amor terminabas,
por tu egocentrismo y falsía.
Jucar 26 – 11 -12