Mis pertenencias
son una mochila, amurallada
entre dolores y
sentencias,
son los miedos
del humano,
que a cada paso
de silencio,
se me escapan
entre las manos.
Son piedad, amor y
resistencia,
guerrilas, humedades,
dolores
sin asistenciaas.
Son a veces el mar,
que veo de lejos,
acariciando tus
ojos de reminiscencias.
Son paisajes viejos
de recorridos nuevos,
el tren del boleto
de ida,
la triste y sedentaria
experiencia.
Son pozos y exilios,
mitades crepusculares
de el crack de la vida
en juventud y adolescencia.
Son un bolso ajeno,
de aspirar secuencias.
líneas de polvos
volátiles,
sin sabor ni procedencia.
Son ajuares prefrabricados
sin el niño
que me quitó
la delicuencia.
Y son tumores
alienados, donde
se reprodruce el
daño...y la noche
me habla de sus presencias.