"PESADUMBRE"
¡Qué lastimado estoy!
¡qué herido!
¡oh, Dios mío,
qué herido!
Mi alma no se conforta,
su llanto es un aullido!
¡Qué desdichadas horas!
¡Qué agónico mi corazón dolido!
Ella se fue de mí
como si nada,
como si no me hubiese conocido.
Los demás me contemplan,
yo...
me esfuerzo y les finjo,
yo...
me callo y sonrío.
Ya no quiero saber
lo que hubiera ocurrido.
El dolor de su ausencia,
el que no esté
conmigo.
El que ya no la tenga,
el haberla perdido.
¡Qué desdichado soy!
Ella era luz y fuego,
ansia fecunda,
ternura desbordada
sustraida
de los blancos claveles;
era pasión,
necesidad constante,
deseo vehemente,
dulzura desmedida.
No supe contenerla, retenerla.
¡Oh, Dios!
Ella sencillamente
se ha ido;
pero...
se fue de golpe
como se va un suspiro,
como se va una sombra.
Enséñame a vivir con este
despiadado castigo.
A que te dé las gracias
por haberla tenido.
Quiero seguir sintiéndome orgulloso
de haberla conocido.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos Reservados)