Piel de otoño...Letras de Martha Humphrey

Piel de otoño
Su rostro lucía lozano, sus ojos reflejaban vida, y la candidez de su mirada describía cual libro abierto su juventud a flor de piel. Sus sentimientos eran blancos, tan blancos como un copo de nieve, y su cuerpo, ¡oh su cuerpo!, se podía asemejar al cuerpo de una diosa; y todo hombre que la veía, la miraba con lascivia. ¡Era tan bella!, que hasta ella misma se sorprendía al contemplar su despampanante belleza. Era una linda jovencita con sueños e ilusiones, amaba a un hombre, y quería realizar todas sus metas. Ella deseaba ser mujer de un solo hombre, casarse y formar un hogar, parir hijos, y amamantarlos con su propia sangre; pero un día, su vida dio un giro total, en un solo día, su destino se marcó, cuando un mal hombre su inocencia arrebató. En un instante la vida le cambió, y todo terminó para ella. ¡Su candor ensuciaron! ¡Su inocencia arrebataron! ¡Todos sus sueños se vieron frustrados! Y su juventud en un momento se marchitó, cómo se marchita el sol al llegar la noche.
Transcurrió el tiempo y así, transcurrió su vida, y aquella hermosa jovencita la vida la orilló a prostituirse. Se sintió decepcionada, se sintió totalmente vejada, ya nada le importó, y comenzó a vender su cuerpo en cualquier esquina de su barrio. Al mejor postor se entregaba y con la retribución de sus caricias compraba cigarrillos y alcohol, ¡su espíritu se marchitó y por eso fue inevitable su desgracia! Su juventud poco a poco se fue extinguiendo y su rostro comenzó a palidecer, el polvo de un rubor artificial lo cubría, y su boca color carmín buscaba diferentes labios para entregar sus besos. Nunca logró el amor real de un buen hombre, y poco a poco perdió la esperanza de ser feliz. El alcohol y las drogas hicieron su estrago, y así, pasó el tiempo y aún era hermosa, ¡era una hermosa hembra sin sueños cumplidos!, era bella, pero no era esposa, ¡y nunca pudo ser una madre orgullosa! Ella se calificaba de ramera, y todo el mundo la miraba con malos ojos, no fue su culpa de tener ese destino, mas sin embargo, y quien la vida le arruinó, nunca pago por su crimen. ¡Y es que a veces la justicia no llega para la gente sencilla! A ella la tachaban de ser una mala mujer, y hasta la señalaban con injurias cada vez que la veían pasar. Le cambiaron su vida y todos sus conceptos, ¡y todo porque un día un maldito hombre de ella se burló!, violó su cuerpo sin ningún miramiento, ¡violó su cuerpo, y estrujó su candor!
Palabras del alma
Martha Humphrey
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