Algunas veces pienso que te envidia la noche,
que se esconde la luna cuando te ve pasar;
Y pienso en lo pequeño que soy al lado tuyo,
y me ofende la brisa que acaricia tu andar. Yo pienso que tu risa da luz a las farolas,
y pienso que las olas se agitan para ti;
De tánto pensar, pienso que no hay nada en el mundo,
que no sea por que tu eres, que no sea para ti. Pensar en ti es mi todo, pero creo que me daña;
Tu presencia con saña devora mi razón;
Y aunque no te aprovechas de este súbdito tuyo,
se ha hecho nada mi orgullo al darte el corazón.