Silenciosamente fluye tu mágica ensoñación,
avivas el sol en invierno con plegaria sagrada,
razón que atesora mi aliento con febril pasión
donde ahora florece de nuevo mi alma ajada.
Al darme vida cromática, deseo verte orgullosa
pues con tu ternura, un hombre pusiste en mí
cual hada mano santa, paciente y bondadosa
no paraste un solo segundo hasta verme feliz.
Me cubrió de sueños tu infinito querer
borrando de mi rostro los nefasto años,
en tu primavera el amor volvió a florecer.
Hoy late el corazón como en tiempo antaño.
A tu lado la vida es placer y no se consume
en ningún momento del día declina postura,
la melodía de tu voz me envuelve cual perfume
fresco y jovial me eleva, siempre en la altura.
Eres el sol que en otro tiempo me alumbraba
mostrándome el mundo con tanta claridad,
que a decir verdad ya ni siquiera esperaba,
esta ventura nueva viviremos con sobriedad.
En la clara paradoja se desvanece amargura.
Tú a mi lado no hay endecha ni persecución
tu mi ángel guardián que llegaste de la altura,
con la mejor canción silencias harta percusión.
Autor: Alcibíades Noceda Medina