Para labios, los tuyos, tan de sandía,
como dos rebanadas de fantasía.
Ya quisieran tener tan extrañas mieles
de los campos floridos ciertos claveles.
Son tus labios turgentes como panales
exquisitos, fogosos y angelicales.
Sólo falta que lleguen los colibríes
a posarse en tus labios cuando sonríes.
Temo tanto que un día me descalabres
dulce niña coqueta, cuando los abres.
Y es que juegas con ellos con movimientos
que despiertan en mi alma mil sentimientos.
¡Ah, si mirar pudieras cómo se aloca
cuando aprietas tus labios y abres tu boca;
y arde en toda la sangre que anda en mis venas
la libido que fluye como mis penas!
No te extrañes, mi cielo, que me acostumbre
a besar esos labios, labios de lumbre.
No te extrañes, si acaso, cuando te bese
quede atado a tus labios y me embelese.
Ni las más encarnadas rosas del prado
tienen tanto atractivo ni más agrado.
Son tus labios madura granada abierta
de ansiedad y apetencia voraz e incierta.
Si permites, amada, que las abejas
lleguen hasta tus labios, ¿por qué no dejas
que también yo deguste tan dulces mieles
no dejes que conmigo sean tan crueles?
Dame de esos panales tan exquisitos
me conformo con unos cuantos cachitos.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC