Me vi turbado, perdido; sin embargo ella se encontraba allí, erguida, como si nada a su alrededor hubiese ocurrido; mientras yo sucumbía bajo el efecto de su visión, su néctar, su veneno.
E inconfundiblemente afectado por ella; en un esfuerzo sobrehumano intente alejarme de su cautivación, pero resultaba inútil; desvié mi mirada hacia otro lado, pero también esto fue estéril; la sabía presente, única y pecaminosa; como último recurso y asiéndome de donde podía, quise alejarme, pero no pude; fue tan rápida la acción que no me di cuenta en que momento me encontraba de narices, solo, en el suelo; caído y desarticulado ridículamente; escuche las risas, y estas se transformaron en monstruos que blandían espadas de odio sobre mi ser interior; me sentía humillado por ella; una mano piadosa solivió mi cuerpo; otra, insuflándome valor, ubicó nuevamente mi silla. De nuevo me encontré frente a su imagen; y muda, sin decir palabras se ofreció a mi, sabiéndose única para mi ser y mis cavilaciones, sabía que pecaba, y si aceptaba mi daño sería mayor; pero ¿Cómo resistirme? ¡¡No podía!!
Por eso, a pesar de ello, la tomé tiernamente con mis manos y como no queriendo soltarla, volví a llenar mi copa, sabiendo que su líquido quemaría mis entrañas sin pedir perdón.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!