El viejo castillo

Vagan las sombras de los siglos
por los obscuros rincones
de los desnudos pasillos.
Todo huele a tiempo y abandono,
al fantasma del olvido,
las piedras resuman polvo
y hablan en leves murmullos,
con sus voces apagadas,
de las cosas que ocurrieron
en tiempos que ya se han ido.
La luz se oculta en los vanos
de dinteles carcomidos,
todo aquí guarda silencio,
no hay huellas de lo vivido.
Pero en la noche resurgen
recuerdos como lamentos
que, apagados, van sin rumbo
por los muros ahora muertos,
despertando ecos dormidos.
Lúgubres luces tenues
demuestran con sus destellos
que no todo está perdido,
que aún quedan viejos resabios
de lo que aquí ha acontecido.
Se escuchan voces, quejidos,
en el lecho de la muerte,
y vagan las sombras del tiempo
por los obscuros rincones
de los desiertos salones
y los sórdidos pasillos.
Todo huele a viejos tiempos,
tragedias inconfesadas,
vidas aún atormentadas
y fantasmas doloridos
que vagan por las mazmorras
y los pasajes secretos,
aquí, en el viejo castillo.-
Eduardo Ritter Bonilla.