Sigue girando este mundo
monótono y apasible,
sin embargo, en lo profundo,
hay una fuerza invisible
con un poder tremebundo.
Hay un astro vagabundo
que, sigiloso, se acerca
hasta que se haga ostensible,
a despecho de la terca
incredulidad de la gente
que prosigue, indiferente,
con su vivir errabundo.
Aquí, en la superficie,
todo es bulla y diversión;
se disfruta en la molicie
con gran despreocupación.
Prosigue a diario la vida
y el trajinar de rutina,
mientras la Fuerza Divina
prepara el justo momento
(aquel acontecimiento)
que sorprenderá a esta
Humanidad desprevenida.
Somos, los hombres actuales,
los testigos presenciales
de grandes cosas dispuestas
para el final de los tiempos;
una era se termina
y otra, nueva, ya empezó.
Sólo después de los hechos
éstos serán comprendidos
en toda su magnitud;
las nuevas generaciones
recordarán estos años
y los sucesos extraños,
(la niñez y juventud).-
Eduardo Ritter Bonilla.
Sábado 27 de Febrero del 2010