Por ser, tú la mujer
que un día me enseñó;
que yo no sabía nada,
nada acerca del amor.
Recuerdo, noche clara
cuando al voltear, te mire;
nuestros ojos se encontraron
con leve seña, te llame.
Quedas palabras, al oído
lentamente te insinué;
tus labios me sonrieron
en caricia suave, bese.
Tus manos, que tomaron
las mías, apretaron;
suavemente el calor
de estar juntos, nos atrajo.
Ya en un cuarto algo oscuro
confidencias nos hablamos;
Tu ropa, en el suelo quedó
y en fuego, nos quemamos.
Tus caricias, en mis noches
era aliciente para mi alma;
volvimos a encontrarnos
y volvió a mí, la calma.