Insondable dolor

Yo nací para el dolor,

la brisa fresca baña mi rostro,

soy trigueña del dolor humano;

envuelta estoy en la tristeza

y me ahogo en el insondable mar.

Nunca supe del bien reír,

siempre supe, del dolor y la solead;

de angustias que cubrieron el matiz,

de una niña, que nació para no reír.

Negros horizontes de barras blancas;

rodearon mi vivir.

Dichas ajenas, del verano roto,

Trajeron al mundo, una rosa de dicha marcada.

Una prueba, muestra de amor,

era el destino marcado,

marcado de dichas insensatas;

en el calvario de una triste noche.

Un ayer sin esperanza,

una inmortal tragedia,

inmaculada niña triste,

muere de penas; en el santuario de la soledad.

©MariLeonor Bonilla T.

Todos Los Derechos Reservados ISBN: 987-561-124-7