Mis alegrias

Como dos grandes luceros
que iluminan en pleno día
llegaron ustedes, mis hijos,
a llenarme de alegría,
a enseñarme que la vida es hermosa
a cubrirme con sus risas
viéndolos crecer y hacerse hombres
bajo el amparo de Dios, que los guía.
Sus sueños son también mis sueños
y vivo nuevamente con sus alegrías
orgullo me brota del pecho
al mirarles y ver en sus pupilas
la semilla del hombre honesto,
cabal, sencillo y justiciero
que llevan en sus venas mi sangre
y que son fruto de un amor sincero.
Por eso les digo a los dos
que los amo como a nadie
y doy gracias a Dios
por permitirme en esta tierra
ser la persona que los lleva por buena senda
y complacida siempre estaré
de verlos hacerse hombres de bien,
responsables, juiciosos y leales.