La aurora de un beso en la madrugada,
en altamar con ancla rota, voy a la deriva,
en la monta tengo una espuela partida,
que importa, en ella no daré la estocada.
Es sueño y de sueño desperté a su lado,
es bienestar, un respiro inesperado,
pues todo encuentro a mi llagada,
son mujeres, que siempre debe ser mimada.
Cuanto compadezco a la playa,
en ella solamente espuma se desmaya,
mientras yo siento carne entre mis manos,
y no la desudo en la noche en vano.
Mirarnos ni el lucero no se anima,
me coquetea desde lejos allá en la cima,
lo que tengo en mano por nada cambio,
tengo mi luna, y la beso con tentadores labios.
Mis labios, temerosas tempestades levantan,
cuando las amadas en amor se plantan,
y en tornado de sentimiento me encierra.
Donde no llega la nube mojo en la tierra.
Donde hay humedad debo dejar semilla,
en realidad para mi es cosa sencilla,
por suerte siempre logro en el intento,
cuando me da su real consentimiento.
La madrugada es como el último combate,
cuerpo a cuerpo, me desangro en el embate,
como hombre sin duda debo vencer,
pues una nueva vida debe nacer.
No tengo espada, poseo en amor completo,
apareo a cualquier mujer con respeto,
todo lo hago pensando en el futuro.
Qué hermoso es hacer el amor sin apuro.
La unión de hombre y mujer es un sueño,
en ese momento lo grande es pequeño,
y de esa manera voy cumpliendo mi destino,
en breña fogoso queda mi sangre más fino.
Autor: Alcibíades Noceda Medina