Erase en un corazón,
En una vida que amaba y soñaba.
Que nunca imagino que el dolor
Sería un ejército invasor,
Que un día a sus puertas llego
Sin permiso entro.,
A los sentimientos los pusieron bajo arresto,
Por voluntad del dolor se le obligo
A subirse a un tren
Que viaja hacia el olvido,
Con hambre de incertidumbre
Y ojos inundados de miedo.
Aquel ejercito de dolor,
los buenos recuerdos saqueo
Los poemas que escribía quemo
En una hoguera de odio y rencor,
El humo de la inconsciencia contaminaba,
Todo por donde caminaba,
Aquí se me olvidaba si dios existía,
Y recordaba las palabras de un judío sefardita
Que me dijo que dios esta en el cielo,
Pero su presencia en la tierra es nula,
Y no puede dejar el cielo,
Porque el diablo se lo invade,
No tiene nadie quien se lo cuide.
Que dios me explique ¡
Porque tanto dolor
Para un corazón que ama tanto
Y el ama se exilio en el abandono,
Envía una carta que dice…
“Que la vida es así
Que el dolor es parte de la vida
Y hay que acostumbrarse a vivir con él,”
Poco a poco y con convencimiento,
De que lo que aprendí,
Lo asimilare
Para en un futuro,
No errar ante el error
De dolor que me dejo
Un infausto y cruel amor…
Los sentimientos están presos en un campo de concentración,
En un lugar del corazón…
Yacen delgados de amor,
Olvidados de conciencia,
Mirando como las aves pasan volando libres,
Y anhelando que emprendan vuelo,
Hacia el cielo donde dios esta,
Le toquen la puerta,
¡Oh dios apiádate de ellos¡
Dios envíales de nuevo el don de la felicidad,
Y las aves haciendo el favor de traer a la tierra,
Tan carente
Y deseada necesidad…
Oh dios ¡por qué no dejas el cielo un rato,
Le dices a san Pedro que te lo cuide,
Y me ayudas a escapar de este infierno de dolor,
Y ven a vivir aquí en la tierra donde haces falta,
Y nos regalas tu inmenso e infinito amor,
Donde la verdad y la paz son una necesidad.