A veces, se ensancha el camino
para que tu olor campesino, no roce
con las lindes de los campos.
Y se pierde el sudor hiriente
en los surcos de tu herida,
pastando placidamente el ganado
que olvidaste en tu presurosa huida.
Asi pienso, hechizado entre tus versos,
uno a uno, compañero.
Y toda la belleza te comtempla;
tras los años, los siglos,
y me dejas el alma quebrada,
llorando por las ramas
de tu juventud luctuosa.
Claudicaré devorando las rejas,
aquellas que alguién no pudo romper,
llorando en los campos que te vieron nacer.
La noche es la almohada
de los que sufren,
comparte conmigo la mía,
que hoy no tengo sueño
y quiero verte yacer tranquilo.
Yo seré la cebolla y el pan de tu niñez,
seré el aire, los rios, el tiempo.
Así pienso hechizado entre tus versos,
uno a uno, COMPAÑERO.