Cuando la lucha terminó para siempre
y el humo sea apagó en lejanía,
quedó el olor ardiendo de la muerte
dentro de la memoria ajena y de la mía.
Y entonces paladearon la victoria ferozmente
aquellos que reían ante el enemigo,
desvastados en cuerpo y mente
tratando de encontrar la mirada de un amigo.
Pero he de decirte que si bien fallamos
y la libertad perdimos en el tiempo,
hubo tantas cosas que ganamos
hubo tantas luchas que siguieron nuestros vientos.
Aún te extraño, porque peleaste a mi lado
por esas cosas que hoy nuestros hijos disfrutan,
si ni siquiera nos creíamos soldados,
niños de secundaria, de juegos y disputas.
Tal vez la vida te ha llevado a lugares
que soñamos juntos su recorrido,
y las copas que el alcohol devoraba nuestros bares,
juntará los trozos de esos vidrios en mi olvido.
Amigo del alma, amigo de por vida,
mi lágrima recorre aquellos locos intentos,
de creernos héroes de barro y valentía
cuando la noche te iba despidiendo aquel invierno.