Carta a mi Clarita

Caracas 28/08/2012
Mi querida Clarita: Clarita, mi Clarita, amada madrecita mía, bella por dentro y bella por fuera; ¿Sabes Clarita?, con el alma chiquitita y el corazón apretado de la saudade que da tu ausencia, de la morriña que da el no verte más, hoy mientras te recordaba, volteé la mirada hacia el cielo, y de manera irreverente tus formas fueron apareciendo, entre nubes esparcidas en el fondo azul plomo de una tarde casi lluviosa de esta Caracas que también está herida; y te vi Clarita mía, y aun te veo, te fuiste formando en ese lienzo, con tu tez blanca como el armiño, tu faz enmarcada por esos cabellos negros como el azabache que da el oriente de esta bendita tierra, poco a poco fue apareciendo en tu cara, esa naricilla pretenciosa y respingada, tu boca pequeña y regordeta envidia de la Dietrich, boca que desgranaba saetas en la Semana Mayor, que daban con amor un rosario de besos chiquititos y seguiditos en las mejillas de tus niñas. y tus manitas, diligentes y ágiles como palomas mensajeras, ora palmeando bulerías, ora cocinando alguna paella, ora zurrando uno que otro culete por la travesura de sus dueñas, ora dando masajitos en los pies, eso de puro mimo; tus piernas, dos columnas fuertes de blanco mármol, caminando de prisa de un lado a otro de la mueblería, o de la casa, o de la playa para ir detrás de alguna de nosotras que sin pensarlo mucho atolondrada y loca se adentraba en la mar, y sobre todo, pilares que sabían bailar. Y tus ojos, esos ojazos expresivos, chismosos y dicharacheros… ¡Como miraban esos azules ojos!, podían reír haciendo salir el sol a media noche, llorar llenado de agua salada alguna laguna seca, y relampaguear de furia, haciendo retroceder si se veía acosada…
Clarita, mi Clarita, mi hermosa madrecita, que llevaste a cuestas toda la sal de tu Andalucía, el merengue de Santo Domingo y el vals de tu Venezuela, andaluza hermosa y querida mía, ya hace unos días decidiste mi adorada trashumante, soltar las amarras de este mundo y viajar errante al cielo, y allí estás, desde hoy, tus cenizas se esparcieron y volaron libres como querías, libres por el aire, libres por los cielos, riendo tan bonito como lo hacías para vernos a todos desde la inmensidad del firmamento, para seguirnos amando con ese corazón grandote hasta el día en que nos veamos de nuevo… Clarita mi Clarita, amada madrecita, recibe todos mis te quiero, y todos mis besos…
Con amor, aun desde esta tierra, hasta la eternidad del cielo, por ese Dios que hoy nos une, te dejo mi hasta luego Tu siempre Nadaly