Como antes mírame sonriente sin pena,
si no estás olvidando nada, partir puedes
seguramente no hay razón que te quedes,
déjame el paraíso de la desolación eterna.
Mírame una vez más, déjame ver el cielo,
muéstrame el reflejo de tu alma tranquila
y llévame en tu mirar que tanto encandila,
seré breve en tu puño cual trocito de hielo.
Eminente es la sequia en mis días desierto,
me agobiará la sed sin tu manantial infinito,
dame beso de arrepentimiento mientras dormito,
vete ya, déjame en este paraíso tan incierto.
Tu indecible huella apenará al corazón mío,
desde hoy es pasado tu gran amor que tuve,
llévate o ayúdame espantar al falso querube,
en la que creí del paraíso y ahora deja vacío.
Autor: Alcibíades Noceda Medina