acaricio tu cuerpo como lámpara maravilosa,
y aparece el gigante genio de aladino
me regala tus deseos en la noche más hermosa
para hacer mío de tu cuerpo, lo más divino.
mis caracias empiezan en el azabache de tu pelo
en ellos me pierdo por el embrujo del momento,
mis besos resbalan del cuello a tus grandes senos
buscando llegar a lo que es mi profundo anhelo.
tu blusa, frágil se derrite por mis torpes dedos,
la correa que cuida tu cintura se torna caprichosa,
y como guerrero acepto la batalla de tus vestidos
que busco en tu prohíbido jardín, esa rosa virginal.
como Adan y Eva nos encontramos en el paraíso
y la vida ríe por nuestra asustada candidez,
el frío azota mi espalda que cubre tus primaveras
donde bautizo tu cuerpo, por ser tu primera vez.