Siempre me aguardaba con nuestra música.
Cuando llego como ya es costumbre siempre voltea,
mientras prepara el café, que tu mano aun menea,
y en tus labios esa sonrisa única que te identifica.
Esta vez permanecía quieta sin mirarme,
entonces me acerco y te abrase muy lentamente,
al tiempo que te dejaba caer en mis brazos, al instante
me llenaste de besos en cualquier parte, susurrándome…
con palabras entrecortadas me pregunta… amor,
dime un deseo, no demoré ni un solo segundo,
y te dije… un hijo, es lo que mas deseo en este mundo,
tus ojos se llenaron de lágrimas y dijiste, nuestro Señor
escucho tu deseo y el mió, despliega un papel despacito
de positivo, tu mano lleva el mió a tu vientre aun redondito.