Ya es tarde para dar la retirada,
si sabes ya muy bien a qué has venido.
Permíteme quitarte ese vestido,
que cubre tu figura idolatrada.
Tu carne de paciencia desvelada,
jamás una caricia habrá tenido.
Lo sé por lo agitado en tu latido,
cuando mi mano palpa su enrramada.
Perfecta hasta el cansancio es tu cintura,
tu cuello es la expresión de la belleza
y son tus piernas muestras de tersura.
Pero a decir verdad, lo que me apresa,
es tu inocente y frágil hermosura,
la cual me entrega toda su pureza. (2008)