R o s a r i o

R O S A R I O
En Rosario, Argentina, un 14 de junio de 1928, nacía un niño y una estrella brillaba en lo alto, sobre el cielo Rosarino.
Quien iba a saber entonces, el camino que recorrería Ernestito.
El niño era como cualquier otro pequeño de su edad, aunque ya, desde muy corta edad, demostró generosidad por el que menos
tenía. Un día, cuenta su madre, que jugando con los niños del
barrio, Ernestito notó, que uno de sus amiguitos no tenía zapatos
y con toda la inocencia que tienen los niños, le preguntó a su
amiguito: Por qué no tienes zapatos? su amiguito respondió:
Es que soy pobre y mis padres no pueden comprarme zapatos,
esas solas palabras bastaron para que Ernestito se quitara
sus zapatos y le dijo: Toma los míos, yo no los necesito y siguieron
jugando contentos a la guerra; cada vez que formaba su grupo,
los niños pobres eran sus amigos, no le gustaban los niños ricos,
Ernestito decía siempre, que para saber correr en las sierras,
esconderse y ganar, era su equipo, los otros ni sabian esconderse,
o cuidaban mucho de no ensuciarse la ropa. Cuando dejaron de jugar, cada uno se fue a su casa y la madre
de Ernestito, notó que éste venía descalzo y le preguntó
adónde había dejado sus zapatos? lo que el niño respondió: mamá,
yo tengo muchos zapatos, pero uno de mis amiguitos estaba descalzo y se los regalé. Un gesto que iría marcando su
personalidad desde niño. Siempre fué muy generoso y nunca hizo diferencias con los que menos tenian. Le gustaba mucho leer, apenas estaba en la edad de su
adolescencia y todo el tiempo después del colegio, estaba en la
biblioteca de su padre, leyendo libros y más libros, leer libros y
periódicos, era su pasión, quería saber más y más, para su edad,
su conocimiento era admirable. Entonces estaba tan lejos de lo que sería su destino. Un
niño como todos y sin embargo desde pequeño tenía alma de
protector sobre los más débiles, motivo que lo llevaría más adelante, a convertirse en un revolucionario que lucharía por la
dignidad y libertad del hombre, hasta el punto de entregar su vida.
Ya convertido en un revolucionario, dejó una carta de despedida
para sus cinco hijos: "Vuestro padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, leal a sus convicciones".
Así fué El Che Guevara, un hombre que abrió las puertas
de la esperanza para el desprotegido, el que menos tenía y el más
olvidado, por una sociedad capitalista, discriminadora y
deshumanizada.
Lagodecristalesazules
18/10/2010
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