Viejos fantasmas

Me vienen a visitar fantasmas, 

amigos viejos de ayer,

y me aferro a este presente

con las fuerzas de mi ser,

son olvido y son rechazo,

mi ya no querer saber.

Pero insistentes me hablan

mientras tapo mis oídos

porque no quiero escuchar

esas voces de ultratumba

que gritan entre las sombras

y me quieren perturbar,

oigo arrastrar sus cadenas

como pesada condena

llamándome a recordar.

Sus vestiduras talares

ya carentes de color

se vuelven hacer presentes

en las noches de dolor

y cierro fuerte los ojos

no quiero volver a ver

esas sabanas de niebla

bailando a mi alrededor.

Y me gritan sin descanso

una, otra… y otra vez

son lamentos, son susurros

que me hacen enloquecer

repitiendo van su nombre...

y me golpean la sien.

Traen hacia mi, intenso frío,

y me hielan la razón,

terribles fieras me atacan

que como lobos hambrientos

van mordiendo mis entrañas,

devorándome por dentro

sin la menor compasión.

Son navajas plateadas

que la luna hace brillar

y las escucho en la noche

una contra la otra chocar,

siento afiladas sus hojas

que al clavarse en mi pecho 

me alcanzan el corazón.

Son las heridas de amor,

los fantasmas tan temidos,

oscuros amigos de ayer

que me arrancan mil suspiros

y que aun causan dolor.