Que egoistas somos algunas
veces los hijos, que solo
nos preocupamos por nosotros
mismos, que no queremos
escuchar las peticiones de
nuestros padres.
De esos seres que siempre han
vivido preocupados por que nada
nos falte, que muchas veces
anteponen nuestros deseos a sus
necesidaddes.
Porque se nos olvida con frecuencia
el respeto que nos merecen, y de
manera imperdonable nos atrevemos
a gritarles y hasta ofenderles.
A ellos que solo nuestro bien
procuran, que para ellos no importa
nuestra edad, siempre seremos sus
niños amados.
Deberíamos detenernos a pensar en
como a nuestros padres tratamos,
porque son ellos el reflejo de un
futuro no muy lejano, y tal vez
mañana seamos nosotros los que
lágrimas de ingratitud derramamos.
Recordemos siempre que aquel que
a sus padres honra y respeta, del
cielo le lloverán bendiciones y
estrellas.
Mercedes del Pilar Reyna Camacho
mrc-07-12-09