Recapitulación

A más de sesenta años
de haberme traído al mundo
con tanto amor y desvelo
¿qué es lo que ha sido de mi?
¿Qué ha sido de este, tu hijo,
este juglar errabundo,
aún muy lejos del cielo,
que se acuerda más de tí
ahora que en el pasado,
cuando aún te tenía aquí?
Hace quince años, ¡eternos!
que no te tengo a mi lado,
desde el día en que te perdí.
En quince años ¿qué ha pasado?
ya no has sabido de mi.
Pues bien, hoy quiero informarte
para mantenerte al tanto:
además del mar de llanto
que he derramado en quince años,
porque aún te extraño tanto
¿qué otra cosa he hecho aquí?
La verdad es que no mucho:
es cierto que a diario lucho,
pero no avanzo en mi esfuerzo,
sigo igual de inconsistente
y me sostengo, solamente,
para no retroceder.
¿Sabes? Aún sigo escribiendo,
lo de siempre: mi poesía,
un poema cada día,
sobre lo que voy viviendo.
Ya sé que no es mucha cosa
pero, bueno, algo es algo.
Puede ser que alguien publique
mis libros, más adelante;
déjame que te platique:
¡son más de dos mil poemas!
que hacen más de treinta libros
(en esto de la poesía
sí he sido perseverante).
¿Recuerdas tú, madre mía,
que guardabas mis poemas
y dibujos de la infancia?
Ahora son mi tesoro,
pues conservan tu fragancia.
(Madre mía: ¡cuánto te adoro!
a pesar de esta distancia).
¿Casarme? No, no lo hice,
las cosas no sucedieron
y, aunque yo siempre lo quise
pues, las otras no quisieron.
Vivo en una habitación
alquilada, en otra casa,
una especie de "pensión".
Es un cuarto muy bonito
amueblado y con alfombra,
y ahora lo llamo "mi hogar";
pero en él nadie me nombra
como me solías llamar.
¿Mi vida actual? Es rutina,
bastante aburrida, es cierto;
nunca voy a la cocina
y salgo poco a cielo abierto,
siempre entre cuatro paredes
yo y mi sombra, escribiendo
en un silencio impresionante
(sólo se escucha mi pluma
en el papel, como un sedante).
La calle es una privada
donde no circulan coches
y la casa es muy callada,
sobre todo por las noches.
Los demás son estudiantes
que pasan su tiempo fuera
(madre mía, ¡cómo quisiera
que fueran los tiempos de antes!)
Cada noche, habitualmente,
después de frugal merienda,
salgo a "estirar las piernas"
y a "darme el aire" un momento.
Circulo por las banquetas
con paso apagado y lento
y miro por las ventanas
con sus luces encendidas
cómo es que vive la gente:
Los oigo reír con ganas
y convivir normalmente
en el bullicio y la alegría;
y recuerdo nuestras noches
de pláticas animadas
y tus palabras pausadas,
llenas de sabiduría;
mis bromas, tus carcajadas,
cuando a tu lado vivía.
Eras de mi vida el centro,
mi sólido fundamento,
pero yo no lo advertía
y ahora, en balde lamento
el no haberte dado contento
en las cosas que me pedías;
todo mi arrepentimiento
ya es inútil, hoy en día.
No quedan ya muchas cosas
que me falte mencionar:
aún me quedan mis amigos,
los mismos que conociste,
los de una vida completa
de reír y de llorar.
Nos reunimos, conversamos,
reímos y festejamos
y siempre nos acordamos
de todo lo que hay detrás.
¡Tantos años compartidos
que no volverán jamás!
Ya he dejado de ir al cine
y ya no veo televisión,
mi camino se define
en una sola dirección:
sigo "escribe y escribe"
y escucho música a ratos
(tu favorito: Chopin)
lloro frente a tus retratos
y te llevo muy presente
dentro de mi corazón.
Mi tiempo sigue su marcha
en la monótona costumbre,
amueblado de recuerdos,
de una lánguida nostalgia
y una vaga ensoñación;
y mi soledad es la lumbre
en la que añoro tu presencia
y se nutre mi inspiración.-
Eduardo Ritter Bonilla.
QUERIDOS AMIGOS, LECTORES Y POETAS:
ESTE ES MI POEMA NÚMERO 400
DENTRO DE ESTE "RINCÓN DE POESÍA".
ES UN PLACER (Y UN PRIVILEGIO) EL
PODER COMPARTIRLO CON TODOS USTEDES.
POR SU FINA ATENCIÓN: ¡MIL GRACIAS!