A sentir el atardecer perfumado,
cuándo tus dedos recorrian mi piel,
a imaginar un paraiso de rosas,
cuándo me besabas,
a la sonrisa que solo provoca el amor,
cuándo sentía tu cuerpo desnudo abrazado.
Me habias acostumbrado,
a perder la noción del tiempo,
cuándo te veia a mi lado,
a sentir el azul y el mar,
al darme la mano,
a que mi vida,
tuviera un sentido,
aunque andara como una sombra húmeda,
callado.
Me habías acostumbrado,
y es fácil vivir,
en nubes de sueños alcanzados,
en rosas junto al agua,
en universos de amor soñados,
y ahora,
siento luceros apagados,
rios vacios,
bosques de silencio,
cuándo no encuentro tu mirada,
ó te beso,
y tus labios están perdidos,
en algún lugar del cielo,
entre espumas,
flotando entre estrellas de hielo.