El fuego de la pasión

Luciérnagas alumbran mi lóbrego corazón;
son vuestros ojos flameantes de deseo,
que alumbran mi vida, mi alma, mi razón
y encienden el amor con su lascivo fuego.
Lucifer jamás hubo visto tal fuego en el infierno
ni Zeus ni Apolo resistirían tanto calor,
ni el poder del dios Ra es tan vehemente
como la fuerza flamígera de nuestro amor.
¿De qué idiosincrasia es esta pasión
arrebatadora que eleva mi alma al cielo,
que nubla mi mente de niebla mística,
que inunda mi espíritu por entero
y palpita en mi piel con fuerza prístina?
¿De qué idiosincrasia es este ardor
que recorre la sangre de mis venas,
que me abrasa y me consume con su fervor
y me hace olvidar las penas?