Queda nada

Sí, aun escucho tu callada risa
y aquellos pasos silenciosos
perdidos en la penumbra
que quedaron como marcas ahí, en ese espacio de mi vida. Todo fue más que un claro sueño:
siento tu olor fijado con espinas;
en esas felices figuras del pasado
que regresan al morir el día.
Tu figura entre sábanas tendida.
era acariciada por el viento,
mientras pensaba en el tiempo;
¿podría detener este reloj incierto?
Sí, es este ya un sueño muerto,
porque mis manos ya no te tocan;
tu imagen es ya un suspiro,
suspendido en el pasado yerto.
Siento que agoniza cada intento
de aferrarme a la orilla del abismo;
son tus brazos, son tus labios…
que semejan esa profunda fosa,
donde inmóvil hoy reposa
ese último sueño pasional y loco.
Ahora todas estas cosas referidas:
pasos delicados en el bosque,
caricias compartidas con el aire,
tiempo que deseo se eternice,
a veces no quiero que se vayan.
Pero como sueños permanecen
y danzan al compás de la ironía;
como aquel río, aquellas sombras, y aquel amanecer apasionado,
que tan intenso sigue siendo
parte importante de mi vida.
Son todas esas oníricas cosas,
mis únicas románticas compañías,
desde aquel bendito día,
cuando parecías ya aturdida,
mirándonos ahí tendidos
tu cuerpo y el mío en la cama,
cómo en un campo de batalla
en una obscura madrugada…
Hoy simplemente el recuerdo…
¿Que fui tuyo? ¿Que fuiste mía?
Sí, pero ya no hay nada…
más que soledad y agonía…
que emerge de ese obscuro abismo.