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Categoría: Encuentros

Quedate con nosotros...

Venían decepcionados,
irritados, fatigados
con un sabor a fracaso
en su boca y en sus ojos,
casi arrastrando los pies
entre polvos y rastrojos
recordando los sucesos
recientemente pasados.
Habían roto los hilos
con su entorno y sus amigos
y al ocaso regresaban
a Emaús, un pueblo oscuro
y vulgar a descansar,
habiendo sido testigos
de la muerte del Señor
en aquel madero duro.
Aún el sol iluminaba
con sus rayos luminosos;
pero en su alma ya vivían
una noche anticipada.
¡Cuántas lágrimas vertían
sus marchitos y llorosos
ojos tristes! ¡cuánta, cuánta
cuánta angustia acumulada!
Por aquel camino largo
como su desilusión,
semejante al desencanto
que a sus almas abatía,
poco hablaban y contaban
de una absurda aparición
de unos ángeles a algunas
de las damas, se decía...
Uno a uno conversaban
de sus sueños destrozados,
mientras un extraño nudo
se enroscaba en sus gargantas
recordando al Nazareno
por quien fueron cautivados,
por sus obras y milagros
y palabras siempre santas.
Solitario por instantes
pareciera aquel camino,
triste igual que la tristeza
y el dolor que ellos sentían.
Mas, de pronto un caminante,
-Dios amante y peregrino-
se acercó poquito a poco
para oír lo que decían.
Sin vigor, malhumorados
los dos hombres no querían
conversar con nadie. Entonces
imprimieron a su paso
rapidez, porque pensaban
-por lo menos lo creían-
que partir con los extraños
el dolor, no tiene caso.
Pero he aquí que la alegría
le dio alcance a la tristeza.
-¿De qué váis charlando juntos
por el árido camino?
¿Qué albergáis en vuestras almas
que no cabe en la cabeza?
-preguntó amistosamente
aquel nuevo peregrino.
Y sus pasos detuvieron...
detuvieron los latidos
de sus tristes corazones
abrumados de amargura
a tal punto que estuvieron
casi a punto y decididos
a ignorar al peregrino
y ocultar su desventura.
Uno de ellos preguntole
como haciéndole un reproche:
"¿es que tú eres extranjero?
¿qué no ves lo que ha ocurrido?
¿qué no sabes que las sombras
de la más oscura noche,
sin la luz de su Evangelio
con su muerte se ha vertido?"
"Era un hombre y un profeta
poderoso y muy querido;
pero ha sido condenado
por sus jefes religiosos
quienes lo han crucificado
sin rodeos, sin sentido
cual si fuera alguno de esos
malhechores peligrosos.
"...y nosotros que esperábamos
que tal vez él sería
el que nos liberaría
del Imperio y de sus leyes,
y entre todos los que andábamos
con él ya se corría
el rumor de nominarlo
nuestro rey: el Rey de reyes.
"...Es verdad que unas mujeres
que su tumba visitaron
y aun algunos de los nuestros
que también con ellas fueron,
al llegar ante el sepulcro
ni lo vieron ni lo hallaron
y de todos los que fueron
ni lo hallaron ni lo vieron..."
Fue haste en tonces que los ojos
de los dos se iluminaron
con el rostro de quel hombre,
de aquel santo peregrino
que les dijo, mientras ellos
asombrados lo escucharon
porque fue para su angustia
como un bálsamo divino:
-¡Ah, qué poco comprendéis
la Escritura! ¡Cómo os cuesta
el creer lo que los múltiples
profetas anunciaron:
que el Mesías padeciera;
que su muerte, aunque funesta,
abriría los portones
de los cielos, que cerraron
los pecados de los hombres!
¡y qué tardos os mostráis
para aceptar los designios
del Creador!
¡Cómo no queréis andar
entre espinas y entre cardos
si cerráis vuestros oídos
a la vida y al amor...!
****** ****** ******
Les habló de muchas cosas,
del gran sueño del Amor
y de cómo Dios, amando,
poco a poco fue plasmando
tras la creación del hombre,
con ternura la mejor,
una Alianza sin fronteras
y un camino sin dolor.
Les habló de los Profetas,
los Patriarcas y la flor
y del mar y las estrellas
y del pueblo de Israel;
de la fe, de la plegaria
de su Padre y del favor
que a los hombres nos haría
al enviar al Emmanuel...
y de cómo Aquél, su Hijo,
nos amó profundamente
hasta dar su vida toda
por nosotros en la Cruz.
Mas, los hombres, de una forma
por demás irreverente,
prefirieron las tinieblas
y las sombras a la luz...
Y guardó silencio entonces
aquel dulce peregrino
cuando el el sol en el Poniente
parecía agonizar.
E hizo entonces ademán
de seguir por el camino;
pero sólo de escucharlo
quién lo puede abandonar.
NO TE VAYAS...le dijeron.
Ven, comparte nuestro pan.
Ya la tarde está cayendo.
llega ya el anochecer.
Si te vas, hay muchos riesgos...
por ahí te asaltarán.
Si te quedas con nosotros
te podremos proteger.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
Datos del Poema
  • Código: 83795
  • Fecha: 07 de Marzo de 2003
  • Categoría: Encuentros
  • Media: 6.07
  • Votos: 14
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3,052
Datos del Autor
Autor Destacado Nivel: 7
Nombre: Heriberto Bravo Bravo SS.CC
País: MexicoSexo: Masculino
Fecha de alta: 22 de Agosto de 2002
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