Otra noche al desvelo sin poder dormir.
Nuevos pensamientos que claman con seguridad su existencia en mí.
Tenebrosos alaridos oigo en lo más oscuro de mi hogar. Como si la tierra pisada fuese un albergo de almas torturadas, corrompidas, desdichadas hasta morir.
Mi madre solía contarme historias épicas, donde seres mortales he inmortales luchaban a muerte súbita oh fenecían en un cadalso por esa extraña palabra que nos quita noción del tiempo.
Amor.
En mi vida como servidor fui testigo de largos colapsos románticos. Quienes sufrían, por un tiempo eran impetuosos oh abyectos en sí mismos y socialmente.
Ante cada deterioro susurraba una y otra vez la misma pregunta, ¿Por qué?, mientras acompañaba a ese ser en su agonía mortal.
Esta noche de imprevisto insomnio, me pregunto. ¿Sera, que por no sentir lo que esos seres por amor sintieron, no pude descifrar su perenne dolor?.
Jamás he sufrido por amor. Si he tenido afanes, tal vez. Pero nunca he podido sentir ese pensamiento, hasta hoy.
Luna