La misma moneda

Cuando el sol se oculte tras el lejano horizonte, Cuando la luna despierte a los demonios de la noche, Cuando la brisa congele lo mas profundo de tu ser, cuando esto pase me recordaras. Te vas y no te importa el amor, me miras y me rechazas con tu mirada, me hablas y me ahogas con tus palabras, la aurora que revolotea en el cielo se destiñe al llorar, me das alas para alcanzar en un breve momento el cielo, me empujas hacia la holgura del amor, creaste un manantial en el desierto, creaste un castillo de una choza
Amarraste a tu muñeca cada caricia de mis manos, al juguetear con mislabios con mis besos.
Quizás me amaste por un breve momento, talvez fue así, mas no lo comprendo, ¿por que retozabas con migo, por que me mentiste, por que no fuiste sincera? mas ama un ave al nido que le guardo en invierno que al nuevo que construyo en primavera, mas ama el viento a las nubes, mas ama el sol a la noche, de lo que tu me quisiste. Reír o llorar el gran dilema de la vida, lloran acaso los ríos al morir en el mar, ríe acaso el viajero que huye de su hogar.
Mas tú te vas de mi vida, talvez para siempre, no por culpa del destino ni del tiempo, más bien por tu propia voluntad, todo fue un maldito juego, todo este tiempo jugueteaste conmigo, todo fue un vil engaño, desde la palabra mas pequeña de ternura, hasta la palabra mas enorme de amor, tus caricias, tus besos, tus detalles, no fueron mas que espejismos creados por la desesperación; creaste un manantial en el desierto, creaste un sol en la oscuridad, compraste con una simple moneda la alegría, el amor, mi vida.
¡Márchate ya! Vete ya de mi vida, no mires hacia atrás. Me distes alas para alcanzar en un breve instante el cielo, mas ahora me las cortas de una palabra y me dejas caer sin esperanza a nada, ¿no se que duele mas, si es el volar tan alto y luego descender, o la caída al final de la faena?. Márchate ya, ¡solo imploro al cielo que esta moneda no regrese a manos de la que en este día, compra, se lleva mi vida, mi alma, mi mente, mi alegría, mi amor! ¡Tan solo espero que nunca en la vida caigas del cielo al infierno en un pequeño momento, con una simple palabra, con una simple mirada!
¡Dios me perdone! ¡Maldigo el día momento y hora en el que te di mi amor incondicionalmente maldigo este día en el que te pierdo y abro los ojos hacia la verdad!
Maldigo el momento en el cual mi corazón se aferro a tu cuerpo, el momento en el cual mi respiración se aferro a tu aliento, el momento en el cual mis manos se aferraron a tu rostro.
Dedicada a:
Beatriz del Carmen Martínez