ENTELEQUIA

Al encontrarnos solos en la distancia, de amor hartados y de dicha llenos, palpitaron las palomas de tus senos alborotándose mis gozos en la estancia. Desanudé cintas y arranqué gasas del blanco ropaje que te enredaba, rasgué cendales y quité tiras en medio del fuego que me quemaba. Recuerdas? Quise con impulso leve sobre tu pecho colocar mi oído y escuchar el dulcísimo latido con que tu blando corazón se mueve. Prendí en mis brazos tu cintura breve y hundí mi rostro en el caliente nido de tu seno que es mármol encendido carne de flores y abrazada nieve. Y mis labios marchitos por la sed del deseo, se posaron ardientes en tus lascivos flancos y temblaron mis besos como un dulce aleteo al contacto de tus senos tan blancos. Y al desprenderse los azahares blancos se desgranaron por tu pecho, ardientes, perfumados, sensitivos. Y resbalando por tus tersos flancos formaron en la sábana del lecho una hilera de puntos suspensivos.