Soñaba que estaba tendida en la arena,
el sol me abrazaba con rayos de fuego,
mi piel sudorosa, bordada de gotas
se ofrecía desnuda al capricho de Febo.
Olores salitres, colores verdosos,
la cálida brisa, el rumor de las olas,
hacían del entorno, una bella poesía
escrita en la playa con suaves improntas.
Todo ya parecía librado al azar,
que donosa llegara hasta mi la marea,
llenara mi cuerpo y mi intimidad,
cubriéndome airosa de blancas espumas.
Mas, cuando ese goce se hacía presente,
incrédula, lela, ígnea, sorprendida,
soñadora, mis ojos abrí de repente,
comprobando halagada que ese mar, eras tu.
® Susana Valenzuela
01-02-10