Avatares de un destino

SEMBLANZA DE UN EMIGRANTE. Santiago del Campo (cáceres)
¡Ay pequeño santiagueño,
en que años fuiste a nacer!
pues en época tan dura
con tan férrea dictadura,
que difícil resultaba
vivir en tu Extremadura.
Te faltaron alimentos
cuando el hambre iba y venía,
cuando tú sólo sufrías
sin ocultar tus lamentos
porque lamentarse era,
el pan nuestro de cada día.
No tuviste ni un juguete
para poder disfrutar,
no te acompañó la suerte
ni un capricho del azar,
para dichoso tenerte
y no verte de llorar.
Ni tu padre ni tu madre
te lo pudieron comprar,
solo te dieron cariño
lo más grande para un niño,
porque en sus manos no estaba
decidir tu bienestar.
¿Qué esto es culpa del azar?,
No, porque pensándolo opino
que si es culpa del destino
para no desalentar,
que con acierto y buen tino
alguien lo debió evitar.
Se avecina un día importante
y vas a hacer la comunión,
¡deja de estar enfadado!
que tu madre te ha arreglado
el traje de marinero
de tu hermanito mayor.
Con los años ya has crecido
dejando de ser un niño,
empeñado en ser un hombre
dándole a la vida un guiño,
para labrar con tu nombre
un futuro y un destino.
Ya te vienes licenciado
con el servicio cumplido,
con proyectos en tu mente
satisfecho y complacido,
y el deseo permanente
de mejorar lo vivido.
Tu futuro ahora lo dudas
al tomar la decisión,
si te quedas en el pueblo
o buscas un mundo nuevo,
para borrar las penurias
de tu infancia sin razón.
Cuando decides marcharte
buscando una nueva vida,
cuando el corazón lo partes
porque tu pueblo no olvidas,
te das cuenta que tu tierra
es la patria más querida.
Deseando estás jubilarte
para regresar de nuevo,
al pueblo que abandonaste
por culpa de los desastres,
de alcahuetas y caciques
que obligaron a marcharte.
Albergo yo la esperanza
sin ser hombre muy halagüeño,
que esto cambie sin tardanza
para que otros santiagueños,
no tengan ya que marcharse
como tantos extremeños.
Manuel Marín R.