QUIETUD EN MOVIMIENTO

Al frente tan sólo

cabezas cabizbajas

de miradas perdidas

ojos sin ilusión, sin vida

rostros quietos, anónimos,

resecos, agrietados, huyendo

del continuo movimiento

de la espectral oquedad

del instante perpetuo

del segundo en cursiva.

Plegaria cotidiana

que se reafirma

día a día, a cada momento

entre insidiosos silencios

chismorreos en voz baja

que buscan escapar

del constante traqueteo.

Dejadme ser espectador

muda estatua silente, desnuda,

abrazada por el viento

consentida por la muerte

olvidada por el tiempo.

Así expreso y siento

la inanición que por dentro me devora

ese sentimiento que en mis labios aflora

esa pena que por mis ojos llora.

Lágrimas de fuego

corazón de cemento.

Dejadme enmudezca la mente

que asesine el abyecto

e inefable pensamiento

que ahogue el sinuoso silencio

en charcos imposibles

de inimaginables reflejos.

Que el espíritu que siempre niega

hoy enmudezca con la puesta de sol

que la quietud que se desborda

en mi paisaje con sigilo manifiesto

permita tan solo al depravado cuervo

posarse en mi hombro descubierto

de efigie de piedra rota y dormida.

En el rostro un amago

de sonrisa, un halo de espranza.

Sea la quietud en movimiento

péndulo impasible

locura infatigable

arbitro y juez del desconcierto.

Que mi tiempo limitado

de minutos contados

no transcurra cada día

en limpiar los vasos de Corinto.

Envilece, denodado,

Dejad que muera lo vivo

que sucumba el recuerdo

en un sueño eterno

Que nazca lo nuevo.

Que el alma, la razón y los sentimientos

 sean imperturbables.

Que la ausencia de perturbaciones

no sea óbice de un inmortal encuentro.

A la tierra le dimos muertos

a las cenizas viento

y al mar rosas granas.