Se Vive ...

Se vive, así: simplemente,
un momento tras otro momento,
se respira a cada instante
y el tiempo y nuestro camino
nos van llevando en el aire
por los montes y los valles,
siguiendo nuestro destino,
continuando, paso a paso,
nuestra ruta por las calles.
Se acumulan experiencias
que luego serán recuerdos
que anidan en la memoria;
y prosigue nuestra historia,
perdidos entre la gente,
y cambian nuestras circunstancias
y vamos, entre vaivenes,
tratando de ganar tiempo
y el tiempo -- no se detiene.
Se respira y se camina,
camina -- continuamente,
sin que sepas de antemano
adónde se irán tus pasos;
sólo a veces te detienes
y te preguntas, confuso,
¿qué será lo que te viene?
después, reanudas tu marcha,
inseguro, como siempre.
Se vive al paso del tiempo:
una jornada tras otra,
mientras desfilan los días,
de los años caen las hojas
y son pocos los que entienden
el sentido de la vida,
el por qué de las heridas
y el precio real de los bienes;
mas, la mayoría no aprende.
Se nace, crece y se llora,
se educa sólo la mente,
orientada hacia el dinero,
la "posición" y los bienes.
Se llega por fin a adulto
(la inocencia, al fin, se pierde)
y se siente "dueño del mundo"
y se confía en su "buena suerte"
y se disfruta de los triunfos
sin pensar nunca en la muerte.
Se traicionan los ideales,
se crean cargos de conciencia
y se pierde la paciencia
por mil cuestiones banales.
Se cometen injusticias
por culpa de la estulticia
y la soberbia en los afanes;
y se conoce el fracaso
con sus mil calamidades.
Se comienza a vislumbrar
que esta vida no es eterna,
confusamente recuerda
la conciencia, por momentos,
en medio de sus lamentos,
a qué vino a esta Tierra;
que es la paz y no la guerra
la respuesta a los problemas
de nuestra vida, ahora enferma.
Se sienten menguar las fuerzas,
se pierden las facultades,
y da paso la soberbia
a nuevos brotes de bondades
que antes creíamos "absurdas",
tan sólo debilidades;
y nuestras frivolidades
dan paso a la madurez,
de cara ya a la vejez.
Se vive con más cuidado,
ya sin prisas ni impaciencia,
nos remuerde la conciencia
por nuestras culpas pasadas
y se vuelven más pesadas
las noches con su silencio
(es entonces cuando pienso:
¡qué horas tan desperdiciadas
las de aquella juventud!)
Se llega a la senectud
con grandes dosis de llanto
y se mira con espanto
no lo cercano del fin,
sino lo torpe y lo ruin
de nuestro andar en el fango.
Se piensa: "de haber sabido--"
y entonces se halla el sentido
de todo nuestro existir.
Se vive, así: simplemente,
sin conocer nunca el rumbo,
sin entender la existencia,
sin que nos diga la Ciencia
en su vasta Filosofía
el por qué de la agonía
o de tanto padecer.
Se viene al mundo a aprender
y a empezar un nuevo día.-
Eduardo Ritter Bonilla.