Tras un largo periodo de reflexión, creo que ha retornado a mi alma esa divina inspiración. Esto se puede deber, a que siento que puedo volver a beber de ese dulce elixir que me ha hecho revivir.
Con él vuelvo a sentir esas ganas de vivir y de luchar, sin nisiquiera volverme a plantear el hecho de poder llegar a fracasar. Tras una trágica batalla, he logrado incendiar Troya, dejando su extensa playa plagada de espíritus rotos y cuerpos desmembrados. Por fin he encontrado el talón de Aquiles de su ciclopeo muro, el cual no ha sido ni tan duro ni tan rudo como este mercenario que lucha por un amor mudo. Con la ciudad dominada y conquistada, ya tengo a mi bella Helena apresada. No busco atarla o fustigarla, lo único que anhelo es besarla. Pero si mi si no me niega su amor, juro ante los Dioses no sentir dolor ni pudor, ya que habré exhalado hasta mi último aliento en su honor. La conquista no se ha culminado, he descubierto a un grupo exhiliado, pero la brecha ya la he encontrado y si nadie me ha parado, ha sido por que mi corazón es como el de un bravo espartano para la muerte criado.