Yo soy tu ninfa, madre de la musa.

Quien me da fuerza al brazo que escribo,
Hago a tus pies desafió, de las letras,
Que el celo, más que la impotencia penetra,
A los pies del vencedor celo no, amor recibo.
Vamos que vibren victoriosas plumas,
En manos del rincón de lo generosos poetas,
Del triunfo en el injusto regocijo,
Esto pensaba yo, cuando tú riendo.
Inmortal ninfa apareciste y me dijiste,
Yo quiero primero confesarme,
Pero tras de un verso confesarlo quiero,
Que es tanta la verdad de mis mentiras,
Mas, que mucho yo perdida ando,
Por tu engaño tal, como yo te he amado,
Yo soy belleza igual del rostro verdadero,
Que nos engañan, así es la naturaleza.
Porque ese cielo azul que todo vemos,
Que sea verdad tanta belleza. No tienes musa, estoy aquí tu ninfa.
Yo soy ninfa, madre de la musa.
Tus sueños crueles no turbaron mi pecho,
Mostrándome cortada en tu corazón desecho,
Se que no puedes vivir sin el verso y la poesía,
Vine a tu auxilia porque me lo pediste.
Te dejo sólo busca tu presente,
Busca de algún aliento el muro fuerte.
Haz que temblando con sudo despierte.
Gracias mi musa, no te voy a defraudar,
Se que otros la riqueza descubrirán,
Con llaves falsa, con violencia insulto,
En mano de dios me dejo matar,
No son los versos es el corazón.
Copyright © 2010 Ramiro Álvarez Cedeño.