Vestido de ideales.

Agradezco a aquellos que han sabido contenerme
pues resulta alentador tenerlos a mi lado,
y a esos otros que a pesar de no entenderme
tuvieron la valentía de decirme lo pensado.
Agradezco a Dios que me ha llevado por la vida
vestido de ideales y sin renuncios soberanos
y a los míos peregrinos, que a una poca de bebida
consiguieron la emoción en llevarme de sus manos.
Y agradezco el buen tino de mis leales camaradas
que cayeron por saberme preso en cautiverio
entre sórdidas rejas y gritos que retumbaban
en pozos ineludibles que aún son un misterio.
Pero he de agracerte a ti por tus encubrimientos
por darme la fuerza que hoy llevo aún extasiada
entre tanta muchedumbre que permanece mintiendo
dentro de una calle oscura que reclama tu mirada.