La ancianita

Paseaba por las calles de Francia
Una dulce señora en busca de su otrora
Amado soldado
El tendero de la armería la conocía
Iba a visitarlo casi cada día
En espera de su amado
Había olvidado la misiva que decía
Que su soldado jamás regresaría
Habiendo recibido tan impactante noticia
De su mente borró el recuerdo aquel día
Todos los días continuaba a la espera del amado
Acudía a preguntarle al tendero de la armería
¡No han venido hoy mis soldados?
El tendero suspiró al tiempo que una lágrima enjugó
Pues sabía de las pérdidas que la guerra dejó
Conciente de que cuarenta años habían ya pasado.
Triste él la consentía y le decía: no tardará su soldado
¿Sentada esperará usted nuevamente en la banca asfaltada?
Siempre se le mira contenta al lado de sus tres soldados
La señora respiró profundo,
un suspiro eterno pareció
Sí, ahí lo espero como quedamos él y yo: "En el parque"
Se respiraba un aroma de flores y salían corazoncitos
El césped brillaba mejor con los dorados reflejos del Sol
Parquecito donde ella tenía sus recuerdos más dulces
Guardados a un lado de un monumento a tres soldados
Soldados hechos estatuas de mármol o granito
que la blanca cabecita sentada plácidamente
en su diaria visita, acompañaba
Ella amor les brindaba pues amigos de batalla los consideraba
Sentada solita murmuraba y se preguntaba: ¿cuándo volvería su soldado?
La paz que aquella ancianita irradiaba, sentada en la banca asfaltada
Daba un toque especial a la atmósfera del parque en general
Se podían respirar en la brisa dandeliones, jazmines y margaritas
Corazones de enamorados que al mirar la blanca cabecita
apretaban sus manos con fuerza entrelazadas, se veían a los ojos
sin adivinar siquiera que de amor sufría la pobrecita
¿Amor? Se decían ¿amor una ancianita?
Y en silencio, sin perturbar en nada, seguían de lado
Disfrutando solamente del amor que flotaba en el ambiente,
en el viento del parque de aquella viejecita
Lara Elra Cira