Que Pena es tener tan sólo una vida.
Tu amor, que convierte en el rosal del pecho.
Toco lo que amo aunque me queme los dedos,
Cada día se pone más sabrosa.
El corazón, la fruta de tu pecho,
Y el viento te acaricia dulcemente,
y se marcha insensible a mi deseo.
Tengo un rió debajo de la frente,
Donde se bañan las niñas de mis ojos,
los estados unidos de los poetas,
Mi verso al mediodía es un terremoto.
Y por no haber pecado me perdona.
Piedrecilla en el camino, revaladita.
Que yo sea tu secreto, esta noche,
Todo lo que siento, que te aproveche.
Esta noche entre sueños, Laurita.
Fusionaremos los cuerpos,
Esta noche te esperé en las nubes.
Que este sea tu mejor cuadro.
Reflejara su presencia bebe.
Sería ese el punto final,
para mis cuantiosos poemas.
Ella enciende mi luz,
Duerma el rojo clavel,
O el blanco jazmín, las sienes;
que el dardo sólo desdenes,
Zumo y sangre oro y rubí;
que yo te prefiero a ti,
Y la cortesana rosa;
Donde no la mariposa,
Torna sola el colibrí.
Pero te prefiero a ti,
Norma para el pensamiento,
Agujeta burbuja para el lloro
¡No vale un canto sonoro!
El silencio que te oí.