El barco, amor, está varado,
en un mar que azulea,
la flor de la dulzura
se ha quedado
entre praderas que crean
un tamboril de ternuras.
El tiempo, amor, nos sonreía
en el gong de los segundos.
Es tan fugaz e indulgente
que puso una triste armonía
sobre la copa del mundo
con una lira imprudente
¡Te quiero!, amor, me dijiste,
mientras besabas mi mano
y una voz nació en lirismo
poniendo un arpegio triste
que llueve sobre piano
y llora consigo mismo. La flor de la magnolia, amor,
es aroma de monotonía,
es flor de aire prendida
en haz de resplandor.
De tu mano que me guía
siempre se ocupa mi vida
El vino, amor, sestea en portilla
cuando a beber nadie asoma
y el toro libra en capote
cuando el torero le humilla
y cumple en el la doma
de este vivir monigote.
Enmudeció, amor, la lira
por abrojos agotada;
pero, siempre fuego tuvo.
Siempre reverdece en ira
con pupila desgarrada
a un mar de abismo oscuro.
Gozas, amor, bríos de torero,
de mujeres las mantillas,
de piratas los tesoros
y el buen ritmo del alfarero
que al blando barro amancilla
y si bien, es su tesoro.