La primera vez que te vi,
pasaste sin que yo levantara la vista,
no sentí lo que pasaba a mi vera,
era tu cuerpo menudo de formas perfectas.
El primer día que me acompañaste,
llegaste con la alegría en el cuerpo,
unos ojos de cansancio, con brillo inmenso,
recibiste una llamada, de eso también me acuerdo.
Te conté mis batallitas,
como si fuera un ancianitó,
y tú rompías en carcajadas,
eso era lo más lindo.
La alegría brotaba en ti,
para mí era un sueño,
al escuchar tu sonrisa, feliz,
tu luz alumbraba mi infierno.
Abristes caminos olvidados,
caminos llenos de alegrias,
has dejado expresarsé,
al corazón, que se rendía.
La soledad cubre el hueco de tu ausencia
y la cabeza encubre los sueños que te adoran y te veneran,
tentado estoy a llamarte, y otra vez a la espera,
la espera de poder escucharte y tenerte, amor, a mi vera.