Me encerré ya con llave y entre rejas
y pesada, metálica cortina,
por si llega la muerte repentina,
lo cual quiere decir, por si me dejas.
Nadie, nadie podrá escuchar mis quejas,
ni siquiera mi cándida vecina,
ni veré más la luz que se adivina
en tus ojos debajo de tus cejas.
Ya me puse un tapón en las orejas
y está lista también mi carabina,
un puñal, un galón de gasolina,
un mendrugo de pan, unas lentejas.
Sé muy bien lo que dicen esas viejas
escrituras de aquel que se empecina
en dejarse morir cuando declina
el amor al que nunca te emparejas.
Estás pues enterada: si te alejas
moriré como el sol tras la colina
y olerá mi fogón y mi cocina
como a carne quemada con lentejas.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC