Aún espero;
la noche no es trágica, es hermosa.
Se que en los labios de la mujer amorosa
hay un oasis de ternura que nos atrapa.
Un silencio espeso bloquea la naturaleza de mi grito y no callo,
mi voz se desplaza,
se que mi palabra es un torbellino de simbolos
que liberan mi ansia,
mi búsqueda, mi constancia.
Desde que aprendí a navegar en tus laberintos
le temo a la soledad,
ahora me abruma la distancia de la orilla lejana.
Se que estás allí,
insisto,
tu voz intranquila me aguarda con su grito amoroso,
en tus manos hay rios de venas
que se revuelven en remolinos.
Hoy empecé a leer tus líneas tímidas, como ráfagas
llenas de emocionales acertijos.