Y sin buscarte, te vi en un reflejo, como un suspiro que llega en silencio, no eras pasado, ni sombra, ni espejo, eras un brote en mi árido invierno. Tu risa, tu andar, tu ternura, en tus ojos brillaba un cielo nocturno, no eras un eco, ni simple figura, eras la flor… y no solo una visión. No sé en qué instante mi alma tembló, quizás al oír tu voz en la brisa, o al verte tarareando, aquella canción, con esa humildad que al corazón avisa. No quiero mentirme, ni mentirte, no es un capricho, ni un deseo, es que al mirarte, siento paz, alegría, mis ojos te buscan en la habitación. Creó que el amor no muere, se apaga, espera un instante para renacer, y tú llegaste como un horizonte donde mi alma se atrevió a brillar.
Al oir tu voz en la brisa. Y al mirarte siento paz. Saludos Carlos. Excelentes versos