RÉQUIEM PARA “MACHUNGO” ROMERO
Sobre papiro de tranco lento y breve lenguaje,
con un bolsito sobre el hombro como sortilegio,
de saco largo empolvado por los vientos,
caminó la vida, las terrenales calles de un pueblo…
Repartiendo sonrisas a los gurises,
aún me parece verlo, saludando al que pasa,
con gesto noble y sincero, cruzando las vías canturreando junto a los pájaros:
personaje tan querido atesorado en este recuerdo.
Anduvo solitario abrazando la magia del peregrino
con su pantalón gastado enhebrando un manifiesto,
con la frente siempre alta y el cuerpecito encorvado,
con mirada profunda desafiando relojes e inviernos.
A veces, con un maletín de nostalgia en su mano,
como administrador cauteloso de su rito andariego,
iba despojándose de sombras e indultando pobrezas
en predilecta fábula,
en el prólogo único de su cuento. Tras sus ojos un rio de misterio, un silbar de chamarritas,
un manojo de humildad, un cúmulo airoso de sueños,
una huella de paciencia abrazada de estrellas y luna: sustancia exacta de amor dispersa en vaivén de tiempo.
San Salvador alumbró lo interminable de sus mañanas
entre charla y charla con los ausentes recordados viejos;
grabadas quedaron aquellas risas, anécdotas cotidianas,
que pasando los años seguramente se llamaran a silencio.
Tan profundo, tan humano, tan luz de un cuadro pintado
en cruda imagen de un óleo místico, acuarela renaciendo,
presente en pincel latente, vértebra del numen infinito, te pintaron, “Machungo” Romero,
soñador de tranco lento, para que sigas caminado, para que sigas existiendo.
Lucio Albirosa.
En: De Arrozal y Nostalgias
Repartiendo sonrisas se hizo querer y atesorar en un recuerdo muy buen escrito buen dia